Uno de los aportes más significativos
de Immanuel Wallerstein a la sociología es su obra The Modern World-Sistem, publicada en 1974, la cual obtuvo un
reconocimiento internacional (recibió el Premio Sorokin) y se tradujo a diez
lenguas. Desde entonces, ha seguido trabajando sobre el tema y ha producido una
serie de artículos y otros dos volúmenes en los que amplía sus análisis del
Sistema-mundo.
Immanuel Wallerstein
nació el 28 de septiembre en la ciudad de Nueva York en 1930. Estudió en la
Universidad de Columbia donde obtuvo su doctorado (Ph.D. en Sociología) en 1959,
fueron allí sus profesores, entre otros, C. Wright Mills y Robert K. Merton. También en esas mismas
aulas inició su relación intelectual con Terence K. Hopkins y junto con
Giovanni Arrighi emprendieron la tarea de construir el enfoque teórico del sistema-mundo.
En
1970 inició su relación con Fernand Braudel, cuando escribía el primer volumen
de The Modern World-System. En 1975 se trasladó a París donde Braudel lo
invitó a trabajar juntos en la conducción de su seminario. Tuvo especial interés
en los procesos de liberación nacional que agitaban a África. A su regreso a
EEUU, en 1976, fundó el Centro Fernand Braudel en la Universidad del Estado de
Nueva York (SUNY) en Binghamton donde ejercería también la docencia hasta 1999.
En
1974, Wallerstein publica el primer volumen de su obra El sistema-mundo
moderno donde presenta sus tesis principales que ha seguido desarrollando
desde entonces. Ha mantenido en este período una estrecha relación crítica con
el equipo de investigadores sociales que se identifican con Monthly Review,
revista y casa editorial donde se publican las obras de Paul Sweezy, Harry
Magdoff, Samir Amin, A. Gunder Frank y otros. En América Latina mantiene
relaciones con los centros de investigación de la región, participó en el
último Foro Social de Porto Alegre y sostiene una relación de trabajo especial
con el sociólogo peruano Aníbal Quijano. En la actualidad Wallerstein es
profesor eméritus de SUNY-Binghamton, continúa dirigiendo el Centro
Fernand Braudel y es investigador titular en la Universidad de Yale.
Wallerstein
es un referente para la discusión no solo del origen y funcionamiento del
capitalismo moderno, sino, también de su crisis y transición y alude a la
capacidad de los actores de intervenir en su constitución. Wallerstein
cuestiona las nociones (tradicionales) de la modernidad que nos presentan el
mundo como un cúmulo de relaciones sociales en perfecto equilibrio funcional o
en un estado de permanente conflicto con objetivos y resultados conocidos.
Critica las formas de producir conocimiento
científico pues considera, que estamos frente a una crisis epistemológica que
se expresa por la incapacidad de la ciencia tal como la hemos construido para
explicar la transición que atraviesa la humanidad.
A
continuación desarrollaré los argumentos más importantes de sus textos: El Moderno Sistema Mundial. La agricultura
capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI, capítulo, Preludio medieval; Análisis de Sistemas-mundos, una
introducción; y, El capitalismo
histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistema mundo. Posteriormente,
escogeré algunos de sus argumentos para analizar la situación en América
Latina, en particular Colombia.
Wallerstein, explica
que a finales del siglo XV y principios del XVI nació la economía-mundo
europea. Era un tipo de sistema social que el mundo no había conocido
anteriormente, y que constituye el carácter distintivo del moderno sistema
mundial.
Se distingue la economía-mundo del imperio-mundo en que el vínculo básico entre
las partes del sistema es económico, aunque con vínculos culturales y
políticos. En el caso del imperio su unidad es política, comprendía amplios
territorios, su centro era personificado en la persona del emperador como en
las instituciones políticas centrales. Los imperios existieron a lo largo de
cinco mil años, su centralización política constituía su fuerza y su debilidad:
(…) su fuerza al garantizar flujos
económicos desde la periferia hacia el centro por medio de la fuerza (tributos
e impuestos) y de ventajas monopolísticas en el comercio. Su debilidad yacía en
el hecho de que la burocracia necesaria para su estructura política tendía a
absorber un exceso de los beneficios, especialmente cuando la represión y la
explotación originaban revueltas que aumentaban los gastos militares.
¿Cómo surgió esta economía-mundo capitalista que hace
parte del moderno sistema mundial? La respuesta se remonta en la crisis del
sistema feudal de Europa occidental. Veamos:
Según Wallerstein en
Europa a finales de la Edad Media, existía una “civilización” cristiana, pero
no un imperio-mundo ni una economía-mundo. La mayor parte de Europa era feudal,
es decir, consistía en nódulos económicos relativamente pequeños y
relativamente autosuficientes, basados en una forma de explotación que suponía
la apropiación relativamente directa del pequeño excedente agrícola producido
en el seno de la economía señorial por una pequeña clase de nobles.
Aproximadamente del año
1150 al 1300, se vio una expansión en Europa geográfica, comercial y demográfica.
Desde aproximadamente el 1300 hasta 1450, dicha expansión se contrajo. Esta
contracción, tras la expansión, causó una “crisis”, una crisis no sólo económica
sino también política (guerras internas de la nobleza y revueltas campesinas).
También se hizo visible en la cultura, pues, la síntesis cristiana medieval se
vio sometida a un ataque multitudinario en todas las formas que posteriormente
serían consideradas como primeros pasos del pensamiento occidental “moderno”.
Existen tres
explicaciones fundamentales de la crisis feudal.
- Una
es que fue esencialmente el producto de tendencias económicas cíclica.
Habiendo sido alcanzado el punto óptimo de expansión, dada la tecnología
existente, vino seguido de una contracción.
- La
crisis fue esencialmente el producto de una tendencia secular. Después de
mil años de apropiación del excedente bajo el modo feudal, se había
llegado al punto de disminución de las ganancias. Debido a la ausencia de
un avance tecnológico importante, la carga que caía sobre los productores
del excedente había ido aumentando constantemente, por el creciente
volumen de gastos de la clase dominante.
- El
cambio en las condiciones meteorológicas europeas fue tal que redujo la
productividad del suelo, incrementando simultáneamente las epidemias. Para
Wallerstein las tres causas juntas
explican la enormidad del cambio social que se produjo.
A partir de la crisis,
Europa iba a desarrollar y sostener una nueva forma de apropiación del
excedente, una economía-mundo capitalista. “No
iba a estar basada en la apropiación directa del excedente agrícola, en forma
de tributo (como había sido el caso en los imperios-mundo) o de rentas feudales
(como había sido el sistema del feudalismo europeo). En su lugar, lo que iba a
desarrollar ahora era la apropiación de un excedente basado en una
productividad más eficiente y ampliada (en primer lugar en la agricultura y
posteriormente en la industria), por medio del mecanismo de un mercado mundial,
con la asistencia “artificial” (es decir, ajena al mercado) de los aparatos de
Estado, ninguno de los cuales controlaba en su totalidad el mercado mundial.”
En otro texto aludiendo al surgimiento de la
economía-mundo capitalista, expresa lo siguiente: “La transición del feudalismo al capitalismo implica
en primer lugar ( lógica y temporalmente) la creación de una economía mundo,
esto es, de una división social del trabajo mediante la transformación del
comercio a larga distancia, de un comercio con “bienes de lujo” en un comercio
de “productos de primera necesidad” o “mercancías de gran tonelaje”, vinculando
procesos de producción muy dispersos en largas cadenas mercantiles. Estas
cadenas mercantiles constaban de diversos procesos de producción, cuya
vinculación permitió la acumulación de grandes cantidades de plusvalor y su
concentración relativa en manos de unos pocos.”
Para el establecimiento
de tal economía-mundo capitalista fueron esenciales tres cosas: una expansión
geográfica a través de la exploración y la colonización, el desarrollo
de variados métodos de control del trabajo para diferentes productos y zonas de
la economía-mundo, es decir, una división mundial del trabajo
(ejemplo, países del centro y países de periferia), y la creación de aparatos
de Estado relativamente fuertes en lo que posteriormente se convertirían en
Estados del centro de esa economía mundo-capitalista. Veamos con más
detalle cada una de estas tres fases.
La
expansión geográfica: Wallerstein afirma
que más que la necesidad de oro y plata, lo que impulsó a Europa a la conquista
de nuevos territorios fue la necesidad alimentaria. En realidad, Europa
necesitaba muchas cosas: oro y plata, materias primas, proteínas, medios para
conservar las proteínas, alimentos, madera, materiales para procesar los
textiles. Además una fuerza de trabajo más tratable para construir la economía
capitalista, esta iba a ser la mano de obra esclava. El país que primero llevó
a cabo esta empresa de exploración ultramarina fue Portugal, que después sería
imitado por otras naciones europeas.
División
del trabajo a escala mundial: una vez lograda la
expansión geográfica, era necesario el control de la mano de obra en diferentes
regiones. La economía-mundo capitalista se especializó en funciones
específicas: suministro de la fuerza de trabajo, alimentos, materias primas, y
organización de la industria. Para Wallerstein, la división de trabajo mundial
comprende tres áreas: centro, periferia y semiperiferia. El centro geográfico domina la economía mundial y explota el resto
del sistema. La periferia, son las
zonas que proporcionan materias primas al centro, y sostienen con éste, una
relación de intercambio desigual. La semiperiferia,
constituye una categoría residual que abarca una serie de regiones que se
encuentran entre las explotadoras y las explotadas. Otro aspecto importante en
la división del trabajo mundial es que el intercambio
económico puede darse, sin una estructura política común y sin compartir una
misma cultura.
En
el siglo XVI el noroeste de Europa, debido a una serie de factores históricos,
ecológicos y geográficos, estaba en mejores condiciones que otras zonas para
diversificar su especialización agrícola e industrial (textiles, construcción
naval, metalurgia). Su especialización en la producción agrícola le exigió una
especialización laboral. Europa oriental y las Américas se convirtieron en
áreas periféricas especializadas en la exportación de granos, metales preciosos,
madera, algodón, azúcar, etc., lo que favoreció a la esclavitud y al trabajo
coactivo en los cultivos para el mercado mundial. Europa mediterránea se
convirtió en un área semiperiférica, es decir, se especializó en productos
industriales (sedas) actividades crediticias y transacciones en metálico.
Entonces, hacia 1640, las tres áreas estructurales de la economía mundo,
centro, periferia y semiperiferia, se habían establecido.
Para
Wallerstein, el intercambio desigual no es la única manera de transferir
capital acumulado de regiones políticamente débiles a regiones políticamente
fuertes. También está el pillaje, usado durante las primeras épocas de
incorporación de nuevas regiones a la economía-mundo como por ejemplo el saqueo
del oro por parte de los conquistadores en América.
En la actualidad esta práctica persiste ya que sus consecuencias son a mediano
plazo y las ventajas a corto plazo, es el caso de Enron cuando se declaró en
quiebra, luego de procedimientos de transferencia de enormes cantidades de
dinero a manos de unos pocos administradores. Otro ejemplo es cuando las
"privatizaciones" de propiedades estatales están el bajo control de
empresarios que abandonan el país rápidamente dejando las empresas en quiebra.
Estados
del centro: esta tercera fase del sistema
mundial implica la utilización de estructuras del Estado por diferentes grupos
económicos para proteger y promover sus intereses. En el marco político en que
se ha desarrollado la división del trabajo se ha formado un sistema
interestatal producto de un desarrollo histórico, basado en Estados soberanos
jurídicamente independientes, pero vinculados a dicho sistema que los constriñe.
Entre el siglo XVI y XIX, los Estados fueron los actores económicos centrales
de Europa y desempeñaron un papel importante en el desarrollo del capitalismo.
Wallerstein, aclara que estos Estados no fueron fácilmente manipulables pues
crearon sistemas burocráticos y acuerdos constitucionales que limitaban las
ambiciones particulares.
“(…) La maquinaria
estatal de los países del centro se reforzó para satisfacer las necesidades de
los terratenientes capitalistas y su aliados comerciantes; pero eso no
significa que tales maquinarias estatales fueran marionetas manipulables a su
antojo. Obviamente, cualquier organización, una vez creada, goza de cierta
autonomía con respecto a quienes la crearon por dos razones: crea una capa de
funcionarios cuyas carreras dependen de reforzamiento continuo de la propia
organización ( …) En segundo lugar, en el proceso de creación del Estado
fuerte, hubo que establecer otros compromisos constitucionales con otras
fuerzas dentro de los límites de cada unidad política.
AMERICA LATINA Y EL SISTEMA- MUNDO
Bajo el enfoque del sistema mundo
veamos que pasa en América Latina. Quisiera retomar su explicación sobre la
división mundial del trabajo y la división en tres áreas estructurales de la
economía-mundo: centro, periferia y semiperiferia.
Wallerstein sostiene que: (…) la estructura económica de los países
actualmente subdesarrollados no es la forma en que una sociedad “tradicional”
entra en contacto con sociedades “desarrolladas”, ni una etapa temprana de la
“transición” a la industrialización, sino en realidad es el resultado de
haberse incorporado a esa economía-mundo como un área periférica, productora de
materias primas”.
Lo anterior quiere decir que el
subdesarrollo no es visto como un estado originario, cuya responsabilidad está
en los mismos países subdesarrollados, sino que es una consecuencia del
capitalismo histórico. Este
planteamiento criticó a algunas de las posturas comunistas que sostenían que
los países latinoamericanos eran “semifeudales” y en esa medida, debían colaborar con la denominada burguesía
progresista para llevar a cabo la revolución burguesa y después llegar al
socialismo.
Recordemos que Wallerstein retoma
algunos planteamientos de los teóricos latinoamericanos sobre la teoría de la
“dependencia”
para explicar que hay unas zonas del centro
que explotan a otras, periferia, por
medio de una división mundial del trabajo. En este sentido, la
economía-mundo capitalista esta marcada por una división axial de labor entre
los procesos de producción centrales y los procesos de producción periféricos,
lo cual da como resultado un intercambio desigual.
La pregunta que surge aquí es, si el
sistema-mundo capitalista avanza con estas contradicciones, que para
Wallerstein, mientras nos se profundicen, el sistema puede contenerlas, ¿cuál
es la salida para América Latina? ¿Siempre será periferia? Para hallar la
respuesta es necesario hacer un rápido recorrido de la historia de
latinoamericana en el siglo XX, para ello, mencionaré a tres autores: Oswaldo
Sunkel, Marcelo Cavarozzi y Francisco Weffort.
Sunkel (1991), menciona que desde
la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX,
Latinoamérica se basó en un modelo exportador, que fomentó un crecimiento de la
productividad y generó excedentes. Sin embargo, dicho modelo distaba del
proceso que habían tenido los países centrales donde había ocurrido la
Revolución Industrial. En este sentido, la realidad latinoamericana poco
correspondía a los supuestos teóricos de la economía neoclásica y keynesiana,
que en ese momento eran las principales corrientes teóricas que explicaban las
características y funcionamiento del capitalismo avanzado.
Después
de la crisis de los años treinta, los países latinoamericanos implementan un
nuevo modelo basado en la sustitución de importaciones que consistió en
proteger las economías nacionales, captar recursos del sector exportador y
fortalecer el Estado para la creación de infraestructura, promoción del
desarrollo industrial, modernización agrícola e inversión del gasto público; en
los años cincuenta con la creación de la CEPAL, este modelo recibirá su apoyo y
es aquí cuando cobra vigor la teoría de la “dependencia”. Sin embargo, a
mediados de los setentas este modelo de industrialización comienza sus crisis.
Posteriormente,
en los años ochenta, según Sunkel, se
dará una contradicción ya que por un lado, crecerá la demanda por la
participación democrática debido a los grandes cambios generados por los
procesos de urbanización e industrialización, y por otro lado, el creciente
endeudamiento externo, ocasionará unas políticas de ajuste, que irán en
detrimento de los sectores populares y clases medias, sectores que
precisamente, son los que van a demandar esa mayor participación democrática.
Sunkel,
propone que el desarrollo en América Latina de ser “desde adentro” hacia fuera en lugar de “hacia dentro” como fue el
modelo de sustitución de importaciones. Su propuesta consiste en orientar la industrialización
hacia mercados internos y externos que le permita a los países latinoamericanos
posicionarse en la economía mundial.
Cavarozzi
(1991) analiza los diferentes factores que afectaron los procesos de
consolidación de la democracia en América latina, específicamente en México,
Brasil, Chile, Uruguay y Argentina, en
la década de los años ochenta. Para el autor, la debilidad de las instituciones
representativas no se debió únicamente a la forma particular en que se dieron
las transiciones democráticas en estos países, sino también, al agotamiento de la “matriz
estadocéntrica” o al modelo de sustitución de importaciones que venía
desarrollándose desde la década de 1930.
Los
dos autores coinciden en las causas principales de la crisis de la década de
los años ochenta, los cuales son: crisis de la deuda externa, crisis del modelo
de desarrollo, (que el caso de Cavarozzi, le va ha llamar “matriz
estadocéntrica” MEC), y el aumento de las demandas democráticas. Sunkel,
menciona que las crecientes demandas democráticas se vieron frustradas por las
políticas de ajuste que se implementaron para solventar la crisis económica
debido a la deuda externa, y que esto generó una serie de conflictos
sociales, para Cavarozzi , los conflictos sociales se
debieron a que los regímenes políticos fallaron en su capacidad de distribuir
los beneficios y sus procedimientos para la toma de decisiones no fueron
ordenados ni negociados, contribuyendo a una deslegitimación del régimen. La
propuesta de Cavarozzi para la construcción de un Estado desarrollista, que le
permita a los países latinoamericanos un mayor crecimiento económico, es la combinación de la des-regulación y
re-regulación del mercado.
Weffort
(1990) plantea la problemática relación entre democracia y modernidad en
América Latina en el marco de la crisis de los años 80s y 90s. Las razones para
esta difícil relación se debe a la crisis económica y social de los 80s,
caracterizada por una recesión económica que trajo como consecuencias,
desempleo, marginidad social, subempleo, caída de ingresos, destrucción del
medio ambiente, entre otros. En este contexto, se fortalecieron las economías
ilegales como el narcotráfico. En
contraste con lo anterior, crece
las demandas democráticas de la región debido a un avance en la cultura
política. Lo que plantea el autor es que la consolidación de una democracia,
una modernización, junto con una construcción nacional, dependen de la
superación de la crisis económica y social a través de la integración social que supere la grandes divisiones sociales entre
“integrados “y “excluidos”, de una integración regional o cooperación
económica entre los países latinoamericanos, y de una integración internacional que recupere un papel importante en la
economía mundial, de lo contrario, América Latina estará equivocada, es decir,
dividida, excluida y marginada en relación consigo misma y con el mundo
moderno.
En síntesis, la respuesta a la pregunta
sobre si América Latina tiene otra alternativa a la de ser periferia en el
sistema-mundo, según estos autores, una podría inferir que sí hay otras posibilidades,
al menos para mejorar sus economías; para Sunkel, es un modelo de desarrollo
“desde adentro”, para Cavarozzi, es la combinación por parte del Estado de la
des-regulación y re-regulación del mercado. Por su parte, Weffort, insiste en una
integración regional o cooperación económica entre los países latinoamericanos,
cambiaría su posición de desventaja. Sin embargo, para Wallerstein, el
sistema-mundo es un sistema bastante desigual, con muchas contradicciones y en
el momento que estas contradicciones se profundizan generan crisis. El
capitalismo ha tenido la capacidad de adaptarse y superar las crisis, pero
actualmente se ha agudizado, y las reacciones de los movimientos antisistémicos
así lo demuestran. En otras palabras, las desigualdades y la pobreza no van a
cambiar sustancialmente en este sistema- mundo capitalista, la única solución
sería otro sistema-mundo, y parece ser que estamos cerca a ello (es lo que
Wallerstein denomina la “transición”), la inquietud, es si va a ser mejor o
peor que el que tenemos.
LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y EL SISTEMA MUNDO. EL CASO DE COLOMBIA
Wallerstein
menciona lo siguiente: “
Una
característica definitoria de una economía-mundo es que no está limitada por una estructura política unitaria. Por el
contrario, hay muchas unidades políticas dentro de una economía-mundo,
tenuemente vinculadas entre sí en nuestro sistema-mundo moderno dentro de un
sistema interestatal. Y una economía-mundo comprende muchas culturas y grupos
(que practican múltiples religiones, hablan múltiples idiomas y son diferentes
en sus comportamientos cotidianos). Esto no significa que no hayan desarrollado
algunos patrones culturales comunes, lo que llamaremos una geocultura.
Significa que ni la homogeneidad política ni la cultural debe ser esperable o
encontrada en una economía-mundo. Lo que unifica con más fuerza a la estructura
es la división de trabajo constituida dentro de ésta”.
De lo anterior podemos mencionar lo
siguiente, la economía- mundo está integrada a través de un sistema interestatal,
compuesto de Estados-naciones. Para Wallerstein, a diferencia de algunos
teóricos de la globalización, los Estados-nación tienen un papel importante en
la economía mundial. Pues el Estado facilita la acumulación del capital por la
formación de “cuasimonopolios”, invierte en la infraestructura para beneficio
de las empresas en el transporte de mercancía, etc. Si bien es cierto, como lo
platea Kenichi (1995) que en una economía
global, muchas decisiones se tomas por fuera de las fronteras nacionales y hay
organismos más poderosos que los Estados-nación, todavía muchas empresas se ven
afectadas por las decisiones de los Estados.
El otro punto a destacar es que la
economía-mundo incluye muchas culturas y grupos, sin embargo, se desarrollan
algunos patrones culturales comunes, geocultura, que en los últimos dos siglos
ha sido el liberalismo centralista, y que desde 1968 fue cuestionado, al
evidenciar que los ideales de Libertad, Igualdad, y fraternidad se no se
cumplían para la mayoría. Según, Beck, (2000), en un contexto de
globalidad hay una exigencia, universalmente
aceptada, de respetar los derechos humanos -también considerada como el
principio de la democracia. La propuesta de Wallerstein es que los movimientos
antisistémicos o movimientos sociales, profundicen en los ideales liberales
para que realmente se cumplan.
Esta
situación no es muy distinta de lo que ha pasado en Colombia en los últimos
treinta años. Archila (2006)
El autor en el artículo analiza los cambios y/o mutaciones y resultados de los
Movimientos Sociales en Colombia desde 1975 a 2005. Para dicho análisis se
centra en una de sus expresiones
puntuales de los movimientos sociales, la protesta social, aunque no desconoce
que existan otros mecanismos para hacer sus demandas públicas. A partir de una
mirada histórica de la trayectoria o desarrollo de las luchas sociales y de un
análisis de su actual coyuntura, el autor sostiene que los cambios en los
movimientos sociales se deben a que las formas propias de la modernidad capitalista están en crisis,
esto refleja una crisis en el modelo
centralista y vertical de las organizaciones sociales que centraban su
lucha en la identidad de clase, ahora las protestas son policlasistas y
reivindican una identidad apoyada en la diferencia. Igualmente, las demandas no
se basan únicamente en lo material sino en lo cultural y lo político, entendido
este último no sólo como la participación electoral, sino como la demanda al
cumplimiento de los Derechos Humanos y a una salida política del conflicto
armado.
En
conclusión, la situación de América Latina en el sistema-mundo capitalista no
es muy alentadora, a no ser, por el protagonismo que puedan tener los
movimientos sociales como el Foro Social Mundial, u otros tipos de movimientos
que busquen transformar el sistema en algo más igualitario y democrático. El
camino es largo y los retos no son pocos pues el sistema tratará de reponerse.
Como dice Wallerstein, estamos ante muchas “bifurcaciones” no sabemos cual será
el resultado, el futuro está exclusivamente en mano de todos nosotros.
Tomado
de: GANDÁSEGUI, Marco (2002). El sistema-mundo de Walllerstein y la Transición.
Disponible en: http://www.uruguaypiensa.org.uy/noticia_86_1.html.
Acceso en: 30 abril 2012. Y, RITZER,
George (2002). La Teoría Sociológica Moderna,
quinta edición. Madrid, McGraw-Hill/Interamericana de España. pp 200.
WALLERSTEIN, I. (2004). “El desarrollo de la sociedad o el desarrollo del
sistema-mundo”. En: WALLERSTEIN, I. Capitalismo
histórico y los movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo. Madrid-España,
AKAL ediciones, pp. 128